Las aves del lugar estaban alteradas. Sabían por el sol y la luna que mañana sería el peor día del año.

Por eso, los pilpilenes habían convocado a una reunión de emergencia a la que asistieron agraciados zarapitos, pequeños playeritos, tímidos gaviotines e imponentes pelícanos.

(sonidos varios de pajaritos, como si estuviesen hablando todos con todos)

Pilpilén: Ejem… ejem… (el sonido de las aves se silencia). Todos ustedes sospecharán porqué llamamos a esta urgente reunión. Mañana es un día terrible.

Ave “niña pequeña”: ¿Qué ocurre mañana?

Pilpilén: Mañana, pequeña, toda la paz que existe desaparecerá. Año tras año nuestro número se ha ido reduciendo, y si no hacemos nada mañana seremos todavía menos aves.

Pilpilén 2: Mañana se celebra la gran carrera.

Ave “niña pequeña”: ¿La gran carrera?

Pilpilén 2: Sí, mañana llegarán vehículos con motores. Decenas de vehículos que llenarán de ruido nuestro hogar. Pasarán a grandes velocidades sobre la playa y las dunas autos, motos, cuatriciclos y camionetas.

Pequén: ¡Destruirán nuestros nidos¡

(sonidos de sorpresa y miedo se escuchan desde el resto de los asistentes)

Ave “niña pequeña”: ¿¡Qué?¡ Eso es terrible.

Pilpilén: Sí, y ocurrirá mañana.

(sonidos de fondo del resto de las aves conversando unas con otras)

Lamentablemente, el lugar antes y después de la gran carrera no era el mismo. Las aves que podían volaban lejos para escapar de los ruidos molestos de los motores, pero otras aves debían quedarse y enfrentarse a la posibilidad de que sus indefensos polluelos o sus nidos con huevos fueran aplastados.

Pero este año, las aves playeras estaban decididas a cambiar la historia. 

Cuando el sol salió, todos ya estaban en sus posiciones y tenían un plan.

A lo lejos se veían todo tipo de vehículos. De dos ruedas y de cuatro. Se acercaban a Gota de Leche.

El sonido de los motores fue la señal para actuar.

La primera barrera era un pequeño lomotoro que habían construido con ramitas y piedras.

(sonido de motores y de ramas quebrándose)

Los vehículos pasaron sobre ella sin siquiera darse cuenta.

Pilpilén: ¡La barrera falló¡ Inicien la segunda parte del plan.

(sonido de aves múltiples)

De repente el fuerte ruido de los motores se vio apagado por el trinar de cientos de aves distintas. Aves de todas las especies volaban y bajaban en picada sobre los vehículos.

Pilpilén: Inicien la fase número tres.

(sonido de aves múltiples seguido de sonido como de “lluvia” cayendo sobre chapa)

Las aves, que se habían alimentado muy bien, empezaron a atacar con lo único que tenían. Las personas sorprendidas comenzaron a arrancar y a subir las ventanas. Otros valientes sacaron sus celulares para grabar una inusual lluvia… ¡de caca¡

Pilpilén: ¡Tenemos su atención¡ ¡Den inicio a la última fase¡

De pronto, el cielo se despejó. Las aves que ya se habían descargado bajaron a tierra. Pero los celulares seguían grabando.

Algo increíble estaba ocurriendo.

Veinte pelícanos volaban muy ordenados. Solo que no formaban una “V” como es normal para ellos. Sino que escribían un mensaje en el cielo que los humanos pudieron leer fuerte y claro.

Entre las nubes y el sol decía “CUIDADO”.

Al ver eso, las personas comprendieron que la carrera no podría llevarse a cabo ese día y los vehículos comenzaron a retirarse.

Pilpilén: ¡Lo logramos¡

(festejo de las aves)

El espectáculo ese día no fueron los vehículos, no fue la carrera. El espectáculo ese día fueron las aves playeras del lugar y cómo, unidas, lograron proteger su hábitat.

El próximo año… ¿por qué piensas que las aves eligieron esa palabra para decirle a los humanos?